● Cíclica, un emprendimiento con esencia UCR, hoy beneficia la vida de las mujeres
que aspiran a tener una menstruación sostenible y amigable con el ambiente.
El sueño inició en el 2018. Angie Sánchez Boniche, bióloga de la Universidad de Costa Rica
(UCR), realizó un viaje a Alemania, donde conoció un dispositivo que le cambiaría la vida: la
copa menstrual.
Al regresar a Costa Rica, y por cosas del destino, Angie dejó de contar con la beca
socioeconómica y tuvo que buscar opciones para financiar sus últimos años de carrera.
Entonces, pensó: “¿si a mí me ayudó tanto la copa menstrual, por qué no las empiezo a traer
de Estados Unidos a Costa Rica para venderlas aquí y a ver qué pasa?”. Y, luego, sucedió lo
mejor.
Rápidamente, en la UCR se corrió el rumor de que Angie, “la de Biología”, vendía copas
menstruales. La venta fue tan exitosa que el negocio se salió de las manos y ahí fue cuando
apareció María Laura Gutiérrez García, egresada de la carrera Comercio Internacional de la
Universidad Nacional (UNA).
“Angie me dijo: ‘ya no doy abasto con la administración. No sé mucho de estas cosas, ¿me
podés ayudar?’. Y yo le contesté que sí. Así nació Cíclica, nuestro emprendimiento”,
compartió María Laura, actual gerente general de la empresa.
En ese momento, Angie ya tenía la idea de producir las copas menstruales en Costa Rica,
porque traerlas de afuera era complicado y se quedaban mucho tiempo en aduanas. Esto hacía que el proceso fuera más caro. Sin embargo, a Angie le dijeron que era imposible hacerlas aquí.
“Cuando le contaron eso a Angie, yo pensé: ‘¡qué raro!, si en las zonas francas de Costa Rica
se producen muchos dispositivos médicos. Debería ser sencillo fabricarlas en suelo nacional’.
Empezamos a buscar y encontramos una empresa que inyectaba silicón quirúrgico,
precisamente el material de las copas menstruales”, narró María Laura.
En el 2019, el sueño despegó. Ese año se formalizó la alianza con la empresa productora de
dispositivos médicos en Costa Rica y se generó el primer molde. Un año después, en el 2020, el país tuvo su primera copa menstrual fabricada 100 % en suelo nacional. Las ventas
incrementaron de manera acelerada. ¿Los motivos? Varios.
Una copa menstrual de Cíclica vale 15 000 colones, es reutilizable y dura hasta seis años si se
le da un mantenimiento adecuado. Esto le permite a una persona generar un ahorro cercano a los 441 000 colones en ese período. Además, dicho producto no se siente y permite la
práctica deportiva como la natación.
Desde el tema ambiental, el impacto es grande. Un artículo científico, divulgado por el
Tecnológico de Costa Rica en el 2020, señala que los productos comerciales para el período
menstrual son un foco de contaminación inminente.
“Una mujer utiliza entre 10 000 y 13 000 toallas sanitarias a lo largo de su vida fértil. Esto
equivale a 100 000 toneladas de desechos al año”, indica el documento. En ocasiones, esas compresas pueden tardar hasta 300 años en degradarse, una problemática en la cual Cíclica vino a ser un agente de cambio revolucionario para Costa Rica.
“Nuestra premisa era que todos nuestros productos fueran hechos en Costa Rica, sostenibles, amigables con el ambiente, con talento nacional y para impulsar el empleo en las mujeres. Ahora, tenemos cinco productos principales: la copa menstrual, el lubricante íntimo a base de agua, los condones femeninos, las toallas de tela y los calzones menstruales. Estos últimos son manufacturados por mujeres costarricenses que se dedican a la costura, a quienes les damos empleo y logran sostenerse”, agregó María Laura.
Empoderamiento femenino
Pero ¿y la pandemia? Las “cíclicas” sobrevivieron sin problemas. Desde el 2019, las
visionarias jóvenes se estaban preparando para las ventas por internet, lo cual les permitió
sobrellevar la crisis de salud global.
“¡Fue una locura! En el 2019, vendíamos cerca de 300 copas cada año y, al 2020, cuando era
la pandemia, estábamos vendiendo 2 500 copas anualmente. Por medido de la plataforma
web, hacíamos ventas mientras dormíamos”, expresó María Laura.
En poco tiempo, las emprendedoras también se percataron de la importancia de diversificar
en el mercado. La copa menstrual, al no ser un insumo recurrente, evidenció que el
crecimiento debía sostenerse con productos complementarios.
“Nos dimos cuenta de que la copa menstrual no era para todas las mujeres, porque somos
muy diversas y con necesidades distintas. Además, una copa dura hasta seis años. Por lo
tanto, decidimos no seguir haciendo lo que la industria nos hizo a nosotras toda una vida:
darnos toallas y tampones y ya. ¡No! Quisimos que cada mujer pudiera elegir lo que le
convenía, ya sea la copa menstrual, una toalla de tela o convencional. Ahí radica el
empoderamiento femenino, en elegir”, reflexionó María Laura.
¿Y cómo se logra decidir? Gracias a la educación, su estandarte. Cíclica comenzó con un
programa que procura que las mujeres conozcan todos los recursos para la higiene menstrual
disponibles en el mercado y, de esta manera, puedan escoger según sus posibilidades,
intereses y necesidades particulares.
“El programa se desarrolla mediante una plataforma web educativa, en la que participan
diferentes personas expertas. Ellas brindan contenido sobre el registro del ciclo menstrual, la
anticoncepción y el recogimiento del flujo menstrual. Esto ha sido muy valioso, tanto para
mujeres como para hombres, pues se ha tenido el objetivo de eliminar tabúes”, añadió María
Laura.
¿Y la UCR?
En esta historia, la UCR se hace presente mediante su Agencia Universitaria para la Gestión
del Emprendimiento (AUGE).
Los programas de incubación de AUGE poseen la particularidad de aceptar proyectos en
diferentes etapas de madurez. Cíclica ya venía con su prototipo. Por tanto, al ganar la
competencia llamada DeMentes, del programa TDMAX, ingresó a la Agencia para validar su
estrategia de comercialización.
Lo anterior también les permitió a las emprendedoras obtener fondos del Sistema de Banca
para el Desarrollo operados por AUGE-UCR, con el fin de fortalecer su negocio en productos
que ya demostraron tener potencial de mercado.
“Nosotros acompañamos emprendimientos en diferentes etapas, como aquellos que solo
tienen una idea. No obstante, con Cíclica fue diferente. AUGE entró en una etapa un poco
más madura de Cíclica y las dotamos de espacios con mentores especializados para que
terminaran de capacitarse en el área legal, de mercadeo y comercialización. Les dimos
seguimiento de un gestor para analizar retos y motivaciones del equipo para que fueran
expandiendo el negocio”, mencionó Alonso Vargas Guevara, líder de incubación de AUGE-
UCR.
Entre los principales aportes recibidos por AUGE, María Laura comentó el apoyo para
diversificar los productos, penetrar más en el mercado existente e introducirse en nuevos
nichos.
“AUGE-UCR ha sido muy importante para nosotras. Alonso nos ha acompañado casi que en
todo, desde cómo gestionar el dinero de Banca para el Desarrollo hasta el capital privado que recibimos en el 2022. Él nos ha ayudado a tomar decisiones y a ver muchos aspectos que jamás hubiéramos contemplado”, dijo María Laura.
Lo que viene
A la fecha, Cíclica ya salió de las fronteras costarricenses. Hoy, la empresa está en Panamá y
Guatemala.
La meta para el 2027 es ubicarse a nivel centroamericano y ampliar la producción textil de las
toallas de tela al Centro Vilma Curling Rivera, pues se tiene el objetivo de generar empleos
para las mujeres privadas de libertad.
“Este proyecto tiene nuestro lado feminista: realizar lo que nadie nunca ha hecho por
nosotras. Todos nuestros productos, menos la copa, los efectuamos en encadenamiento con otras mujeres que también son emprendedoras. Por ejemplo, la señora que nos hace las toallas de tela tiene 60 años”, enfatizó María Laura.
“Tal vez ellas no son conscientes, pero Cíclica tiene personas en ventas que están en su
primer trabajo formal. Es decir, les dan oportunidad laboral a jóvenes que, en ocasiones, están incursionando por primera vez en el mercado laboral, lo cual suele ser muy complicado”, mencionó Alonso.
Actualmente, la empresa se reestructura, pero la esencia sigue intacta: “somos mujeres
ayudando a otras mujeres. Esto es lo que nos mueve”, concluyó María Laura.
Escrito por la periodista Jennifer Jiménez Córdoba
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